Emprendedor soluciona "la última milla” en favela de Brasil

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Jonathan Arcanjo, repartidor de la empresa Favela Brasil Xpress, circula en bicicleta por los callejones de la favela Paraispolis de Sao Paulo, Brasil, para entregar un paquete el martes 31 de agosto de 2021, en medio de la pandemia de COVID-19. (AP Foto/Marcelo Chello)

SAO PAULO – Los trabajadores de la mayor ciudad de Brasil descargan de un camión una freidora de aire, una silla para juegos y un televisor de 40 pulgadas y los llevan a un pequeño centro de distribución donde pronto serían enviados a los hogares cercanos.

Su envío rápido no sería nada especial en la mayor parte de Sao Paulo, pero estos artículos están dirigidos a los hogares de Paraisópolis, uno de los extensos barrios de bajos ingresos conocidos como favelas que han quedado en gran medida al margen de la revolución mundial de la distribución.

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Los paquetes apenas han empezado a llegar a las puertas de las casas, gracias a un joven de 21 años con gafas y licenciado en informática.

Inspirado por la distribución comunitaria de kits de alimentos y donaciones durante la pandemia, Giva Pereira fundó una empresa de logística para gestionar lo que los minoristas llaman “la última milla” en su comunidad, donde los repartidores se resisten a entrar.

Al igual que otros en todo el mundo, los brasileños en cuarentena durante la pandemia empezaron a comprar más por internet, no sólo alimentos y productos farmacéuticos, sino también productos electrónicos y artículos para el hogar.

Pero a los residentes de las favelas, luego de llenar formularios de pedido con sus códigos postales, a menudo se les informa que las empresas no realizan entregas en su vecindario.

Quienes logran realizar pedidos pueden recibir excusas en lugar de productos: notas con afirmaciones dudosas de que no había nadie en casa cuando se hizo la entrega, o que no fue posible ubicar su dirección.

De hecho, identificar una casa específica en los callejones serpenteantes no es poca cosa para un forastero, especialmente en favelas pobladas tan densamente como Paraisópolis, hogar de casi 100.000 personas. Las aplicaciones de mapas brindan poca ayuda y, lo que complica aún más las cosas, algunas áreas están dominadas por narcotraficantes fuertemente armados.

Si bien el servicio postal de Brasil entrega cartas y facturas en algunas calles de Paraisópolis, a menudo las deja en tiendas, bares o buzones de correo colectivos para que los residentes las recojan más tarde, un sistema que no funciona para la mayoría de las compras realizadas mediante comercio electrónico.

Incluso las tiendas físicas cobran más por entregar electrodomésticos o muebles a las favelas, o dejan los envíos en puntos de referencia, como en asociaciones de residentes.

Pereira, de 21 años, es un residente de Paraisópolis que se graduó de la universidad el año pasado y vio una oportunidad. Así nació su empresa incipiente: Favela Brasil XPress.

Pereira obtuvo financiación de un pequeño prestamista centrado en favelas, G10 Bank, y se asoció con uno de los minoristas más grandes de Brasil, Lojas Americanas. Contrató a lugareños familiarizados con los giros y vueltas de Paraisópolis. Las entregas comenzaron en abril con camiones compactos y bicicletas, y ahora procesan hasta 1300 paquetes por día.

La empresa “resuelve el problema del mapeo y este tema de romper la barrera del prejuicio entre las personas o las empresas de logística, que deberían entregar aquí adentro, pero no lo hacen”, dijo Pereira a The Associated Press. “Llevar empresas de fuera de la favela a la favela rompe totalmente ese paradigma de que las favelas sólo tienen cosas malas, y mostramos que eso no es así”.

En la región metropolitana de Sao Paulo, más de 2 millones de personas viven en las abarrotadas favelas. Paraisópolis tiene problemas de larga data, como escasez de agua y falta de saneamiento básico, con alcantarillas abiertas en algunas áreas aisladas que han sido pobladas recientemente. Es donde viven meseros y limpiadores de casas, albañiles y conductores de autobuses.

También hay jóvenes como Pereira, cuya familia se mudó del pobre estado nororiental de Paraíba cuando él tenía 12 años, con la esperanza de una vida mejor.

“Vinimos por las dificultades que atravesábamos en Paraíba, pero aquí también tuvimos dificultades ”, dijo Pereira, quien pensó cómo ayudar a la favela.

Su proyecto recuerda a otro iniciado hace varios años en la favela más grande de Río de Janeiro, Rocinha. Antiguos censistas trazaron un mapa del vecindario, ubicado en una ladera, y establecieron una base que recibiera el correo del servicio postal. Por una tarifa mensual, la empresa distribuye cartas y facturas a los residentes, aunque si se trata de paquetes, ellos todavía tienen que ir por ellos.

Aunque el concepto de Pereira para hacer entregas no es innovador, el nivel de organización, planificación e infraestructura logística sí lo es, dijo Theresa Williamson, directora ejecutiva de un grupo de defensa de las favelas, Catalytic Communities.

“Los residentes encuentran formas creativas de satisfacer esa necesidad en muchas comunidades, pero nunca a la escala o calidad que necesitan y, a menudo, es algo informal”, dijo Williamson. Favela Brasil XPress “podría allanar el camino para un modelo que se pueda copiar en todo el país, creando pequeñas empresas en torno a esto”.

O también, agregó, podría mostrarle al gobierno cómo dar un paso al frente y satisfacer las necesidades de la comunidad.

En una ceremonia el martes para celebrar la entrega del paquete número 100.000 de su empresa, Pereira lucía jubiloso, aunque algo sorprendido por el éxito tan repentino de su empresa. Comentó que la compañía ha establecido bases de distribución en otras seis favelas, incluida la más grande de Sao Paulo, Heliópolis. También ha firmado contratos para distribuir paquetes a otros minoristas.

Gilson Rodrigues, un líder comunitario en Paraisópolis y presidente del banco cuyo préstamo hizo despegar la empresa de Pereira, dijo que poder recibir un paquete en casa después de tantos años le dio una sensación de libertad.

“Nos decían que esto no era posible en una favela”, dijo Rodrigues. “Pero este es un ejemplo, una bofetada a la sociedad que excluye a las favelas, que quiere verlas como necesitadas, nunca como potentes”.

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David Biller reportó desde Río de Janeiro