MIAMI – A medida que se acerca la mitad de junio, hay un “silencio” sobre la cuenca del Atlántico, en parte debido a la presencia de la Capa de Aire del Sahara o SAL (por sus siglas en inglés). Esto no es inusual.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) define a la SAL como una “masa de aire seco y polvoriento que se origina sobre el desierto del Sahara a fines de la primavera, el verano y principios del otoño”. Este aire muy seco ayuda a estabilizar la atmósfera, limitando la convección en la cuenca del Atlántico tropical. Por lo tanto, el potencial para que cualquier onda tropical se organice es bajo. Esta gruesa capa de polvo sahariano, mezclada con cizalla del viento hostil en niveles superiores, significa que los trópicos permanecerán inactivos durante la próxima semana.
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El polvo del Sahara puede viajar desde África, cruzar el Atlántico e incluso llegar a Estados Unidos. De hecho, puede estar presente sobre el sur de Florida esta semana y, tal vez, ayudar a “secar la atmósfera”, lo que resulta en un desarrollo limitado de tormentas eléctricas.
Dejando a un lado el polvo del Sahara, los modelos de pronóstico muestran aire más seco moviéndose sobre el sur de Florida y los Cayos esta semana. Los modelos también muestran una cresta de formación de alta presión sobre el este de Estados Unidos.
Aunque esta configuración significa que es probable que las temperaturas aumenten, es un cambio bienvenido del patrón de tormentas que azotó a los condados de Miami-Dade y Broward durante la semana pasada.
También notable para el sureste de Florida es un cambio esperado en el flujo de dirección. La semana pasada, los vientos dominantes mantuvieron tormentas eléctricas diarias sobre el área metropolitana de Miami-Dade y Broward. Esta semana, el flujo de dirección del sureste al este debería cambiar el foco de las tormentas al oeste de las áreas metropolitanas.
Finalmente y afortunadamente, la probabilidad de lluvia disminuye y las comunidades inundadas en el sureste de Florida obtienen un descanso muy necesario de los aguaceros que empapaban e inundaban.