BUENOS AIRES (AP) — Cuando la necesidad apremia, las manos sobre la imagen del santo se multiplican.
Varios cientos de fieles se congregaban el jueves en el santuario de San Cayetano de Buenos Aires para rezarle al santo católico del trabajo, mientras desafiaban el frío en busca de una ayuda divina justo en momentos en el que el miedo a la desocupación escala entre las preocupaciones de la población por las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei.
Desde las primeras horas del día, los devotos formaban una larga hilera sosteniendo espigas de trigo con estampitas del santo y sobrellevaban la espera con bebidas calientes y un trozo de pan que repartían voluntarios. Al ingresar a la iglesia, se dirigían hacia la imagen de San Cayetano, protegida por un vidrio antivandálico, donde apoyaban sus manos y rezaban.
“El pan no se le niega a nadie, el trabajo no se mendiga”, advirtió el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, quien encabezó la procesión que cada 7 de agosto tiene lugar en el santuario ubicado en el barrio de Liniers.
“Le pedimos a San Cayetano por todos los trabajadores de nuestra patria, porque como iglesia valoramos todas las formas de trabajo: el empleo formal, los emprendimientos familiares, la economía popular, el reciclado, las changas. Toda actividad que, con esfuerzo, lleva dignamente el pan a la mesa merece ser reconocida, acompañada y protegida”, remarcó el religioso.
Las palabras de García Cuerva resuenan en momentos en que las mismas políticas de ajuste de Milei que lograron desacelerar la inflación provocaron un deterioro en la situación económica de amplios sectores de la población, a partir de una caída de los salarios y pensiones y el consecuente freno al consumo.
En las últimas semanas se multiplicaron los casos de industrias que despidieron o suspendieron a trabajadores por la caída de las ventas y la apertura de importaciones.
Una de las más afectadas fue la textil, indumentaria y calzado, donde se perdieron 10.300 puestos de trabajo en lo que va del año, según datos del sector.
“La estamos pasando muy mal”, dijo a AP Gisella Carrasco, integrante de la cooperativa textil del Movimiento Trabajadores Excluidos (MTE), que reúne a 3.000 costureros en todo el país. “La gente solo está comprando alimentos porque no llega a fin de mes”.
La organización concurrió al santuario con varias de las prendas que confeccionan exhibidas en un perchero colocado en la parte trasera de una camioneta. Y en el frente del vehículo colgaron una bandera argentina con la leyenda: “No a las importaciones textiles”.
Argentina registró una desocupación de 7,9% en el primer trimestre del año, el nivel más alto desde 2021, cuando el país sudamericano sufría las consecuencias de la estricta cuarentena dispuesta por la pandemia del nuevo coronavirus.
De acuerdo al relevamiento mensual “Latam Pulse” de la consultora Atlas Intel, el miedo a perder el empleo ha desplazado a la inflación como principal preocupación de los argentinos. Argentina registró en junio un alza de los precios de 1,6%.
Pese a las consecuencias sociales del plan de ajuste, la mayoría de las encuestas coinciden que Milei mantiene altos niveles de aprobación.
Está por verse si las mediciones se confirman cuando los argentinos acudan a las urnas el 26 de octubre para renovar el Congreso. Será una prueba del fuego para el mandatario ultraliberal, que apuesta a ampliar su base parlamentaria para avanzar en reformas más profundas y despejar los temores de inversores a un regreso del peronismo de centro-izquierda.
Mabel Carroza aguardaba por ingresar al santuario con su perro Panchito en brazos. Es empleada doméstica de 52 años y fue a pedirle al santo más trabajo, porque lo que gana –unos 40 dólares semanales-- por la limpieza de una casa no le alcanza.
“No hay plata, la gente no tiene para pagarle a una empleada doméstica. El culpable es el presidente”, cuestionó la mujer.
Fernando García, de 40 años, relató con cierta culpa que acudió a San Cayetano para agradecer que el quiosco que atiene en una barriada humilde al sur de la capital le garantiza el sustento a su familia, en gran medida por un mayor consumo de cigarrillos y bebidas alcohólicas.
“Cuando la gente está mal se vuelca a los vicios”, admitió el hombre.
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