LA PAZ, Bolivia (AP) — A 4.000 metros de altura el viento helado que baja de la cordillera se siente como una navaja. Con temperaturas bajo cero en las madrugadas, el boliviano David García ha dormido dos noches en su camión a la vera de la carretera esperando cargar diésel para regresar a su pueblo.
“Hace mucho frío en las noches y no puedes prender la calefacción porque gastas diésel, pero hoy me toca cargar”, dijo el camionero de 32 años. El combustible no ha llegado y la fila de camiones es kilométrica en esa estación de servicio en las afueras de La Paz.
La escasez de combustible es el punto álgido de la crisis económica que golpea a los bolivianos, que hartos de los racionamientos y los precios disparados de los alimentos acudirán a votar el domingo para elegir presidente en unos comicios que podrían dejar atrás a la izquierda que ha gobernado por casi dos décadas.
Pero no hay mucho entusiasmo. “No creo en ninguno, no sé por quién votaré, pero hay que ir a votar porque esto debe cambiar, no podemos seguir así”, dijo el camionero que habitualmente lleva plátanos y frutas a La Paz desde la región subtropical de Yungas, unos 150 kilómetros al norte.
Los choferes se reúnen bajo un sol matinal que calienta poco y el tema de las elecciones es ineludible. Coinciden en que no han tomado una decisión y que el izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) que ha gobernado con Evo Morales (2006-2019) y el saliente Luis Arce está en retirada, arrastrado por la crisis.
En las antípodas ideológicas hay dos candidatos que lideran las encuestas, marchan casi empatados con menos de 25% de intención de voto y prometen regresar a las políticas liberales de la década de 1990. Todo hace prever una segunda vuelta electoral en octubre.
A la cabeza de los sondeos se ubica el millonario empresario de centroderecha Samuel Doria Medina, de 67 años, hotelero y dueño de la franquicia de Burger King en Bolivia, quien ha logrado atraer a los votantes con su promesa de sacar al país de la crisis en 100 días.
A un punto de diferencia está el expresidente de derecha Jorge “Tuto” Quiroga (2001-2002), de 65 años, que promete por fin a la crisis, la inflación, las colas por combustible, la falta de dólares, el estancamiento y el desempleo. Para ambos es la cuarta vez que buscan la presidencia y esta vez parecen estar cerca.
“No hay candidatos nuevos, todos son conocidos, ya han trabajado en la política. El socialismo nos ha llevado a esto, pero hay que votar, no queda otra”, dijeron los hermanos Alex y Weimar Poma Quispe, que se turnan para manejar su camión.
Deben dormir dos noches en la cola para cargar diésel y apenas logran hacer un viaje a la semana en lugar de los tres que hacían antes. “Vivimos en la carretera, somos visita en nuestras casas”, se lamentaron.
Los choferes se asean en un arroyo de gélidas aguas y hacen sus necesidades en un descampado.
“Ganamos menos y todos es más caro. Antes una llanta costaba 1.100 bolivianos (190 dólares al cambio oficial), ahora cuesta 2.800 bolivianos (unos 480 dólares). Los repuestos están muy caros”, dijeron los Choque.
La crisis económica, que los expertos consideran la peor en los últimos 40 años, ha debilitado al MAS que dividido por las peleas entre Morales y Arce concurre con un candidato débil: el exministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, cercano a Arce y que aparece en los últimos lugares de los sondeos.
El otro postulante que busca atraer el voto de izquierda es el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, de 36 años, un dirigente cocalero cercano a Morales y con chances de ser tercero.
Más allá de los resultados del domingo —y de un eventual balotaje— la politóloga y exdiputada Jimena Costa advirtió que sin una mayoría clara el próximo gobierno no tendrá la fuerza suficiente para encarar vitales ajustes y recortes que podrían movilizar a la gente en las calles y llevar el país a la ingobernabilidad.
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