Cientos despiden en El Salvador al sacerdote jesuita José María Tojeira

EL SALVADOR-SACERDOTE-FUNERAL Varias personas rinden sus respetos al sacerdote jesuita y defensor de los derechos humanos José María Tojeira, después de su funeral en San Salvador, El Salvador, el jueves 11 de septiembre de 2025. (AP Foto/Salvador Meléndez) (Copyright 2025 The Associated Press. All rights reserved) (Salvador Melendez/AP)

SAN SALVADOR (AP) — Cientos de personas participaron el jueves en el funeral del sacerdote jesuita José María Tojeira, un referente en la defensa de los derechos humanos y ferviente luchador porque se hiciera justicia en la masacre de los jesuitas perpetrada por un comando del ejército en 1989, durante la sangrienta guerra civil.

Los actos fúnebres a los que asistieron religiosos, miembros de la comunidad universitaria y amigos del sacerdote conocido como el padre Chema, comenzaron con una solemne misa de cuerpo presente, presidida por el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas.

Luego el cuerpo fue llevado a la cripta de la capilla “Jesucristo Liberador” en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), donde reposan los restos de los sacerdotes jesuitas y sus colaboradoras asesinados por el ejército salvadoreño.

Tojeira falleció el pasado viernes en Guatemala. Fue trasladado a El Salvador y permaneció en capilla ardiente en la parroquia El Carmen de la vecina ciudad de Santa Tecla, donde decenas de feligreses acudieron para despedirlo.

El miércoles la Asamblea Legislativa rindió un minuto de silencio en memoria del religioso.

Nacido en Vigo, España, en 1947, el padre Chema se destacó como una figura influyente en los círculos sociales, académicos, políticos y religiosos de la región, particularmente en El Salvador, a donde llegó en 1985. Tres años después fue nombrado provincial de los jesuitas en Centroamérica.

El religioso fue unos de los principales impulsores en la búsqueda de justicia en el caso de los seis sacerdotes jesuitas y sus dos colaboradoras que fueron asesinados el 16 de noviembre de 1989 por un grupo del Batallón Atlacatl entrenado en Estados Unidos.

El padre Rodolfo Cardenal recordó durante la homilía que después de la matanza de los jesuitas, “Chema retomó su lucha por la verdad y la justicia y se enfrentó con el poder militar del país y de Washington, empeñados en eludir su responsabilidad en la masacre”.

Destacó que además "recogió el clamor de las madres de los desaparecidos, abogó por el cuidado de la casa común, rechazó la minería metálica, reclamó el derecho universal al agua y defendió el Estado de derecho, la libertad, la crítica y el diálogo”.

Señaló que Tojeira consiguió, con tenacidad y paciencia, el enjuiciamiento de los autores materiales de la masacre. “Un juicio insólito. Era la primera vez que se juzgaban oficiales y soldados. Estos últimos fueron exonerados de culpa, mientras que los autores intelectuales fueron ignorados”.

“Chema no deseaba venganza, ni siquiera pidió prisión para los culpables, ofreció perdón y pidió el indulto para los dos oficiales condenados en el primer juicio, pero el poder político lo negó", señaló el religioso.

La ley de amnistía general de 1993, promulgada en el gobierno del presidente Alfredo Cristiani, impidió procesar a los involucrados en crímenes de guerra. Pero después de que en 2016 la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional esa norma, un juzgado salvadoreño ordenó iniciar el juicio contra los autores intelectuales de la matanza de los jesuitas.

“Años más tarde, la justicia española estableció la verdad judicial que el país (El Salvador) se resiste a aceptar”, señaló Cardenal.

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