LA PAZ, Bolivia (AP) — Todavía somnoliento, Vidal Zarzuri se queja tras haber pasado la noche en su camión esperando cargar diésel en una estación de servicio en las afueras de La Paz. El ama de casa Carola Guerra se levanta a las cinco de la mañana pese al frío invernal para intentar conseguir el escaso aceite para cocinar.
“Sólo trabajo tres días a la semana, después me paso haciendo fila en los surtidores. Gano menos y todo está más caro”, dijo recientemente Zarzuri, padre de tres adolescentes, con su camión cargado al tope con mandarinas y naranjas que debía descargar en mercados de la principal ciudad boliviana.
Bolivia irá a las urnas el próximo domingo 17 de agosto para elegir a su nuevo presidente en medio de una alta polarización social y política causada por la escasez de combustibles, los precios disparados de los alimentos y las disputas internas del oficialismo que han tensado el ambiente electoral en la nación andina de 12 millones de habitantes.
Prácticamente todas las encuestas anticipan una derrota del Movimiento al Socialismo (MAS), el ya histórico partido izquierdista que en 2005 llevó al poder al primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales; que se ha mantenido en el poder por casi dos décadas y que hoy enfrenta una fractura interna por disputas por su liderazgo.
El modelo estatista que aplicó Morales (2006-2019) y que siguió el saliente presidente Luis Arce está agotado y Bolivia atraviesa la peor crisis económica en décadas, dijo el analista económico y profesor en la Universidad Católica, Gonzalo Chávez.
Morales llegó al poder tras el derrumbe de los partidos tradicionales neoliberales cuyos herederos hoy son favoritos para regresar al gobierno.
De los ocho candidatos en carrera, dos se han mantenido como punteros en los más recientes sondeos: el empresario Samuel Doria Medina y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, ambos considerados de centroderecha. Pero ninguno aparece en los pronósticos con probabilidades de alzarse con el triunfo en la primera vuelta.
Para ganar en la primera ronda un candidato necesita tener más del 50% de los votos o al menos 40% y una ventaja de al menos 10 puntos porcentuales sobre el que va en segundo lugar.
Morales no estará en las papeletas
Por primera vez en las últimas dos décadas, el expresidente Morales no estará en la papeleta tras un fallo del Tribunal Constitucional que lo inhabilitó para buscar una nueva reelección.
Ahora sus partidarios hacen campaña por el voto nulo y amenazan con boicotear los comicios en la región cocalera del Chapare, en el centro del país y bastión de Morales, en el que permanece recluido tras quedar afuera de la contienda.
Más allá de la disputa política Morales enfrenta una situación judicial compleja: sobre él pesa una orden de detención por haberse negado a declarar en una investigación judicial en su contra por el presunto abuso de una menor cuando era mandatario y el gobierno lo denunció por terrorismo y por obstaculizar el proceso electoral tras diversas protestas de sus partidarios que, según las autoridades, él instigó.
“Con Morales aparentemente poco dispuesto a aceptar su exclusión de la carrera, el riesgo de más violencia sigue siendo significativo”, dijo Tiziano Breda, analista para América Latina y el Caribe de ACLED, una organización estadounidense que hace un mapeo de datos sobre violencia política y protestas en todo el mundo.
“Las pugnas de liderazgo entre Morales y Luis Arce desencadenaron una implosión en el MAS y dejaron a ese partido con escasa chance en las elecciones”, sostuvo el analista y profesor universitario de Ciencia Política, Carlos Saavedra.
El otrora poderoso MAS llega con un candidato débil
La negativa de Morales a admitir que no participaría en los comicios desató una lucha dentro del MAS. Su heredero y sucesor, el saliente presidente Arce, se enfrascó en una disputa con su mentor, pero al final desistió de buscar la reelección tras una fuerte caída en su popularidad.
Sin Arce ni Morales en la papeleta, y tras varias diferencias sobre a qué figura apoyar, finalmente el MAS dio la candidatura a Eduardo del Castillo, quien fuera ministro de Gobierno de Arce.
Sin embargo, y a pesar del apoyo de Arce, Del Castillo no logró remontar en las encuestas y se ubica en los últimos lugares con menos de 5% de intención de voto.
En los sondeos le va mejor al presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, de 36 años, dirigente cocalero con diploma universitario y pupilo de Morales, de quien se distanció en la campaña. Ahora se postula por Alianza Popular, una escisión del MAS, con la esperanza de aglutinar al disperso voto de izquierda.
Los otros aspirantes
Las autoridades electorales habilitaron inicialmente a nueve candidatos a la presidencia, pero 21 días antes de las elecciones se retiró de la contienda la única postulante mujer, Eva Copa, tras denunciar haber sufrido acoso político.
De los ocho aspirantes que quedaron dos llegan prácticamente en un empate a la cabeza de las preferencias: los centroderechistas Doria Medina y Quiroga.
Doria Medina, de 66 años, es un empresario millonario que fue exministro de Planeamiento en 1992 y que en tres ocasiones ha sido candidato presidencial. Dueño de uno de los hoteles más grandes y de la franquicia de Burguer King en Bolivia, ha prometido sacar al país de la crisis, eliminar los millonarios subsidios al combustible que han diezmado las reservas internacionales y girar hacia un liberalismo moderado.
Quiroga, de 65 años y quien fue presidente interino entre 2001 y 2002, también ya había intentado en tres ocasiones llegar a la presidencia. El político también promete acabar con los subsidios a los combustibles y acudir al Fondo Monetario Internacional para obtener un millonario préstamo que ayude a estabilizar la economía.
Bolivia vive su peor crisis económica
Durante buena parte de los gobiernos del MAS y gracias al auge de las materias primas, Bolivia estuvo por años con un tipo de cambio fijo, baja inflación y energía subsidiada.
Pero las exportaciones de gas natural, la principal riqueza del país, se desplomaron por el agotamiento de los campos y la falta de inversiones desde la nacionalización decretada por Morales en 2006. El año pasado el país exportó gas por 1.600 millones de dólares e importó combustibles por 3.000 millones que vendió a precios subvencionados.
Además, el país enfrenta una inflación que se ubicó en 16,9% entre enero y julio, una escasez de combustible que paraliza la actividad agropecuaria y una falta de bienes básicos.
“Mire usted, esperar tantas horas para comprar un litro de aceite, esto es inaudito”, se quejó Guerra, el ama de casa jubilada.
Para algunos expertos se trata de la peor crisis económica en 40 años.
Los ajustes macroeconómicos son impostergables, consideró el profesor en la Universidad Católica, Gonzalo Chávez. “El gobierno ha ido poniendo parches que no han resuelto nada, la situación se ha deteriorado más y ahora lo más urgente es parar el déficit fiscal” que equivale al 9,9% del Producto Interno Bruto, según el Banco Central, añadió el analista.
Pero esos ajustes, advirtió, podrían desatar nuevas movilizaciones populares incluidas las de algunos grupos que fueron beneficiados por el MAS, como los cocaleros y los mineros informales.
“Un tiempo creí en Evo (Morales), me iba bien. Ahora con la crisis me cuesta conseguir trabajo. La construcción está parando, construir esta más caro. Yo espero que esto cambie con las elecciones. Soy el único que trabaja en mi familia”, dijo el albañil Marco Antonio Mamani, de 51 años y padre de tres niños.
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