Conforme se acerca la cumbre climática de ONU en Brasil, muchos temen no poder costear su asistencia

BRASIL-CUMBRE CLIMÁTICA-HOSPEDAJE Camas en una habitación como parte del alojamiento en el Hotel COP 30 para la próxima Cumbre del Clima de la ONU COP30 en Belém, Brasil, el 18 de septiembre de 2025. (AP Foto/Paulo Santos) (Copyright 2025 The Associated Press. All rights reserved) (Paulo Santos/AP)

Pooja Tilvawala sabe que es arriesgado utilizar más de 46.000 dólares de sus propios ahorros para ayudar a los jóvenes a asistir a la cumbre climática de Naciones Unidas en Brasil, pero cree que es un gasto necesario.

Al tiempo que delegaciones nacionales, activistas y otros asistentes tienen dificultades para encontrar alojamiento asequible para noviembre —y algunos deciden no asistir—, Tilvawala, quien vive en Londres, ha dedicado horas a trabajar desde lejos para encontrar alojamiento en Belem, negociar precios y contratos, y realizar depósitos. Hizo todo eso para crear un portal de alojamiento específicamente para jóvenes que desean participar en la conferencia internacional. Si no se inscriben suficientes personas para el alojamiento que ha conseguido, podría perder parte de sus depósitos.

“Siempre hay una gran cantidad de representantes de empresas de combustibles fósiles allí. ¿Y quién va a estar allí para contrarrestar a esas voces y a esas influencias negociadoras?”, dijo Tilvawala, fundadora y directora ejecutiva de la organización global Youth Climate Collaborative (Colaboración Juvenil por el Clima). “Así que pensé: ‘Tenemos que estar allí’”.

A menos de dos meses de la Conferencia de las Partes, o COP30, de este año, sólo alrededor del 36% de los 196 países participantes han confirmado su asistencia y pagado por alojamiento, según un portavoz de la presidencia de la conferencia.

Los activistas y los países más pobres sienten la presión debido al aumento desmedido en los precios de los hoteles —e incluso las casas particulares, los moteles de paso y otras opciones de alojamiento improvisado cobran un mínimo de varios cientos de dólares por noche.

El gobierno brasileño eligió Belem por ser parte de la Amazonía y para subrayar los problemas comunes de las ciudades en crecimiento en el mundo en desarrollo, pero algunos posibles asistentes ya plantean cuán productivas serán las conversaciones si se ven eclipsadas por una fuerte caída en la asistencia.

Muchos aún no confirman su alojamiento, y la presión es fuerte

El gobierno brasileño ha tomado medidas para abordar el problema. Marina Silva, ministra de Clima, dijo que se han puesto a disposición de los países vulnerables entre 10 y 20 habitaciones “a precios accesibles”. El gobierno también ha llevado dos grandes cruceros con capacidad para hasta 6.000 personas.

“Todos tendrán acceso a participar en la COP30”, declaró Silva en una reciente conferencia de prensa. “Abordar el cambio climático es una tarea que debemos asumir todos nosotros, todas las partes de la convención y, especialmente, quienes ya viven las consecuencias del cambio climático”.

No obstante, Simon Stiell, secretario ejecutivo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), envió una carta el 9 de septiembre en que solicita a las agencias del sistema de la ONU y a las organizaciones relacionadas que revisen el número de personas que envían a la COP30 y lo reduzcan en la medida de lo posible.

Como si no bastara, algo que incrementa la presión es que el 15 de septiembre estalló una huelga de trabajadores de la construcción que afecta áreas en las que se trabaja para la COP30.

Un desafío para una ciudad elegida para ilustrar las realidades climáticas

Inicialmente, Belem estaba entusiasmada con la idea de albergar la conferencia, dijo Arnaldo Vaz Neto, asesor financiero brasileño quien ha trabajado con la organización Young Scholars Initiative (Iniciativa de Académicos Jóvenes) como intermediario entre los residentes locales y los asistentes a la COP30 que buscan alojamiento.

“Como que nos inculcan desde la infancia este comportamiento de hospitalidad”, añadió.

Pero a eso le siguió la comprensión de que Naciones Unidas tenían altos estándares internacionales para sus invitados. Fue difícil gestionar las expectativas de ambas partes, reportó Vaz Neto.

Belem no es la única ciudad que ha albergado una conferencia climática de la ONU donde las tarifas de alojamiento se elevan mucho más de lo habitual. Silva mencionó que esto ha sucedido en casi todas las conferencias de este tipo, con precios tres o hasta cuatro veces por encima de las tarifas del mercado.

“Mucha gente aquí espera cobrar 1.000 dólares por noche, pero eso supera el promedio”, dijo Hugo Pinheiro, secretario de K Pine Mobile en Belem, quien ha trabajado para conectar a las delegaciones con alojamiento y negociar los precios.

Las habitaciones “accesibles” puestas a disposición por el gobierno brasileño se alquilarán entre 200 y 600 dólares por noche, según un portavoz de la presidencia de la COP30.

Las autoridades brasileñas han expresado su confianza en que las 196 naciones encontrarán alojamiento y acudirán a Belem. En un comunicado, la presidencia indicó que espera 50.000 participantes y que Belem ofrece actualmente 53.000 camas. Esa es una asistencia menor que en las COP recientes, a pesar de que la reunión de Brasil se considera una de las negociaciones más importantes en años porque los países deben actualizar y fortalecer sus planes de reducción de emisiones de carbono.

Decisiones difíciles

Aun así, la falta de alojamiento dificulta la asistencia de personas de algunos de los países más pobres y de grupos indígenas, así como de quienes tradicionalmente asisten a la COP y no son parte de una delegación nacional, incluidos activistas, organizaciones no gubernamentales (ONG), grupos sin fines de lucro y observadores juveniles. Algunas organizaciones que los representan prevén enviar menos personas.

Hailey Campbell dirige Care About Climate (Preocúpate por el Clima), una ONG orientada a los jóvenes que fue una de las primeras de su tipo en recibir acreditación para asistir a la COP hace más de 10 años. Campbell dijo que su grupo “nunca había enfrentado tantas dificultades para acceder a alojamiento”. El grupo publicó sobre el tema en Instagram con la etiqueta “#DontPriceUsOut” (NoNosDejenFueraDebidoAlPrecio).

Muchos ya decidieron que no podrán acudir. Otros siguen indecisos. Algunos de quienes irán consideran opciones como acampar en una tienda de campaña.

Este año, Hikaru Hayakawa mencionó que sabe de más personas que han decidido no asistir que en años anteriores por estas fechas —unas 30 o 40, según sus cálculos.

Esto es preocupante porque muchos activistas de otros países ahora se perderán la oportunidad de experimentar la sólida cultura de participación de la sociedad civil en Brasil, dijo Hayakawa, director ejecutivo de Climate Cardinals (Cardenales Climáticos), que traduce información climática y capacita a jóvenes.

“Podría perderse la oportunidad de construir estas redes globales”, dijo.

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Melina Walling está en X como @MelinaWalling y en Bluesky como @melinawalling.bsky.social.

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