LA PAZ, Bolivia (AP) — Después de casi dos décadas de gobiernos de izquierda, Bolivia dio un giro político en las elecciones presidenciales del 17 de agosto en las que el senador centrista Rodrigo Paz y el expresidente conservador Jorge “Tuto” Quiroga fueron los dos candidatos más votados.
Pero como ninguno logró alcanzar la cantidad mínima de votos requerida para ganar en primera vuelta, se medirán el 19 de octubre en un inédito balotaje en al país andino.
Los comicios marcaron el fin de la hegemonía del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido que gobernó de forma casi ininterrumpida desde 2006, que no logró presentar un candidato de consenso por la disputa interna entre sus dos pesos pesados: el actual presidente Luis Arce y el exmandatario Evo Morales (2006-2019).
QUÉ PASÓ EN LA PRIMERA VUELTA
Alejado de la confrontación MAS-antiMAS que marcaba a la política boliviana, Paz se presentó como un moderado, ganó en los bastiones de ese partido y pudo conectar con votantes de todo el espectro político, sobre todo con sectores populares desencantados con Morales y Arce. Fue una cara nueva entre viejos políticos, hizo una campaña modesta caminando por los mercados y aprovechó la fuerte presencia en las redes sociales de su candidato a vicepresidente, Edman Lara, un expolicía conocido por denunciar la corrupción en esa fuerza.
Quiroga, por su parte, destacó por su confrontación con el gobierno saliente, sus propuestas de shock para sacar a Bolivia de la peor crisis económica en 40 años y su experiencia en el manejo del Estado. No pudo, sin embargo, conectar con los sectores populares que lo asocian con la vieja política y con un enfoque heterodoxo, según el analista político Carlos Cordero.
FORTALEZAS Y DEBILIDADES DE LOS CANDIDATOS
El foco del electorado estará puesto en quién ofrezca las mejores propuestas para salir de la crisis, caracterizada por la escasez de combustible, la escalada del precio de los alimentos y la falta de empleo. Según diversos sondeos, para el 80% de los bolivianos la principal preocupación es la economía.
Los nuevos actores políticos “tendrán el desafío de redireccionar el Estado con nuevas políticas y una democracia amplia tras 20 años de un sesgo autoritario que controló todos los poderes”, según Cordero.
Paz es más pragmático y a sus 57 años es la primera vez que se postula a la presidencia, aunque ha pasado las últimas dos décadas en la política como diputado, alcalde y senador. Es hijo de Jaime Paz Zamora, quien gobernó Bolivia entre 1989 y 1993. Propone una transición suave y su debilidad parece estar en sus propuestas menos contundentes para enfrentar la crisis, dijo Cordero.
Los analistas coincidieron en que gran parte su triunfo en la primera vuelta se debió a Lara, sin experiencia política, pero activo en TikTok, lo que le permitió llegar a los sectores populares en un país donde la informalidad ronda el 80% de la economía.
Quiroga, en tanto, se muestra más experimentado en el manejo estatal, tiene mejor roce internacional con los gobiernos conservadores de la región, ha bajado el tono de confrontación con el MAS y se acercó a los sectores populares que lo ven como el candidato de la élite.
QUÉ PROPONE CADA UNO
Quiroga promete “ cambiar todo”, lo que incluye eliminar los subsidios a los carburantes de forma escalonada y un programa de “salvataje financiero” a través de la ayuda de organismos internacionales para cerrar el déficit de las cuentas fiscales, recortar el gasto del Estado pero manteniendo los programas sociales y llamar a un referendo para cambiar la Constitución y las leyes a favor de la inversión extranjera. “Hay que parar la gastadera, frenar la inflación, traer dólares, ese es el debate en segunda vuelta y ganará el que tenga la propuesta más clara”, dijo el exmandatario (2001-2002).
Paz sugiere eliminar gradualmente los subsidios a las combustibles que se comen casi 3.000 millones de dólares al año, bonos compensatorios para estudiantes y ancianos y una distribución equitativa de los ingresos entre el Estado central y las regiones. Actualmente el gobierno central se queda con el 80% del presupuesto. Entre sus planes también está el cierre de las empresas estatales deficitarias y advirtió que no acudirá al Fondo Monetario Internacional (FMI). Asegura que recortando el gasto y recuperando dinero de empresas estatales deficitarias alcanza para estabilizar las finanzas públicas.
Su propuesta de “capitalismo para todos” busca la formalización de pequeñas empresas y negocios y asegura que los dólares que necesita el Estado “saldrán del colchón donde la gente los guarda" cuando se recupere la confianza en la economía.
LA DIMENSIÓN DE LA CRISIS ECONÓMICA
La economía boliviana está en desaceleración, arrastrada por la caída del precio del gas —su mayor producto de exportación—, el efecto de fenómenos climáticos extremos en la agricultura y una inflación acumulada de 18% entre enero y agosto. La importación de combustibles a precios subvencionados está desagradando a la economía, cuyo un déficit anual ronda el 10% del Producto Interno Bruto, según informes del FMI.
El combustible se está convirtiendo en uno de los productos básicos más escasos, lo que afecta la producción agropecuaria, dispara el costo de vida y atiza el malestar social en las calles.
En las calles la duda es elocuente, aunque se siente un aire de optimismo sobre el futuro. “No sé por quién votar. Ahora importa más quién nos salvará de la crisis. Mis ventas han caído, todo está caro. No votaré por Paz y Lara, a Tuto lo veo más seguro”, dijo Rosmery Huanca, una vendedora de materiales de construcción de 37 años.
“Voy a votar por Lara y por Paz, prometen continuar con los bonos a la gente necesitada. No quiero un presidente neoliberal que imponga medidas de shock”, comentó el taxista Marcelino Choque, de 27 años.
EL PAÍS QUE LE ESPERA AL GANADOR
A cualquiera que gane le espera un camino minado. Los ajustes económicos podrían desatar protestas en un país marcado por la inestabilidad social. Además, el ganador de los comicios estará obligado a pactar acuerdos para lograr una mayoría en la Asamblea Legislativa.
El MAS ha quedado casi borrado del mapa político con apenas 10 de 166 legisladores, pero estará activo en las calles con Morales o con nuevos líderes que buscarán potenciar a la izquierda.
Cualquiera sea el escogido, “Paz y Quiroga deben elegir entre un gobierno que cierra un ciclo político o un gobierno que abre uno nuevo”, opinó el analista financiero Jaime Dunn.
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