VIRGINIA KEY, Fla. — El Miami Seaquarium cerró oficialmente el domingo, poniendo fin a un capítulo de décadas marcado por controversia pública, protestas y preocupaciones por el bienestar animal.
Para activistas como Susan Hargreaves, quien ha presionado por su cierre desde 1986, el momento fue una victoria largamente esperada.
“El hecho es que alzar la voz funciona. Protestar funciona”, dijo. “No enseñen a sus hijos a ser abusadores de animales”.
Afuera de las puertas, manifestantes de People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) detuvieron autos e instaron a los visitantes a reconsiderar entrar en el último día del Seaquarium.
“Los animales quieren ser libres al igual que tú”, gritó un manifestante.
El Seaquarium, operado por The Dolphin Company, había enfrentado creciente presión tras repetidas violaciones federales y la controvertida muerte de Lolita, la orca que murió poco antes de que se pudieran realizar los planes para trasladarla a un santuario. La compañía posteriormente se declaró en bancarrota.
Ahora, Terra —un desarrollador local— planea redesarrollar el sitio como un acuario sin mamíferos marinos. Aun así, PETA dice que los animales restantes deberían ser trasladados a santuarios o liberados en su hábitat natural.
“Estos animales han estado sufriendo durante demasiado tiempo”, dijo Amanda Brody, gerente de campaña de PETA.
Mientras muchos activistas celebraron el cierre, algunos visitantes de toda la vida dijeron que estaban tristes de verlo partir.
“Así es como los niños aprenden también”, dijo Karen Slusser, quien creció visitando el parque y luego trajo a sus hijos.
Los medios de comunicación no fueron permitidos adentro en su último día, pero afuera, los manifestantes dejaron claro: la era del Seaquarium terminó —y no quieren que regrese.
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