San José Gregorio Hernández era conocido por sanar a las personas.
A cualquiera que lo necesitara, él se aseguraba de que lo recibiera, y no les cobraba ni un centavo, siendo el gran médico que era.
Eso fue hace aproximadamente un siglo.
Ahora, el domingo, fue canonizado como el primer santo venezolano, junto con otra, la Madre Carmen Rendiles Martínez.
Y ahora, la sobrina nieta de San José Hernández pidió sanación durante su canonización mientras lucha contra el cáncer de mama.
El padre Omar Ayubi, quien bendijo los murales de San José Hernández en la parroquia St. Katherine Drexel en Weston durante su canonización, dijo que no es coincidencia que la canonización de santos venezolanos llegue en un momento de tanta necesidad para su país.
“El hecho de que un día como hoy, dos venezolanos fueran hechos santos por primera vez, nunca habían tenido un santo antes”, dijo. “Y está ocurriendo cuando todas estas otras cosas están sucediendo, no creo que sea una mera coincidencia. La mano del Señor está ahí para restaurar la fe y la paz de la gente”.
Santos del Sur
Más de 55,000 personas llenaron la Plaza de San Pedro del Vaticano para presenciar la canonización de los primeros santos venezolanos: José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles.
El papa León XIV, quien tiene larga experiencia en América Latina, presidió la emotiva ceremonia que unió a millones de venezolanos alrededor del mundo.
Por primera vez en décadas, compatriotas de todas las corrientes políticas celebraron juntos un acontecimiento que trasciende las divisiones del país sudamericano.
El médico de los pobres
José Gregorio Hernández nació en 1864 en Isnotú, un pequeño pueblo del estado Trujillo en los Andes venezolanos. Desde joven mostró una vocación excepcional por servir a los demás.
Se graduó como médico en 1888 en la Universidad Central de Venezuela y viajó a Europa para especializarse en París y Berlín. Pero su corazón siempre estuvo con los más necesitados.
Regresó a Caracas y se dedicó a atender gratuitamente a los pobres. No importaba la hora ni el día: si alguien lo necesitaba, allí estaba. Nunca cobró un centavo por sus servicios médicos.
Su muerte fue tan humilde como su vida. El 29 de junio de 1919, salía de una farmacia con medicinas para un paciente anciano cuando fue atropellado por uno de los pocos automóviles que circulaban en Caracas. Tenía 54 años.
El milagro que abrió las puertas
Durante más de un siglo, los venezolanos le han atribuido miles de favores y milagros. Pero la Iglesia Católica es rigurosa: necesitaba pruebas concretas.
El caso llegó en 2020 con Yaxury Solórzano, una niña que recibió un disparo en la cabeza. Los médicos no le daban esperanzas. Su familia rezó fervientemente a José Gregorio.
La niña se recuperó de forma inexplicable para la ciencia. El Vaticano reconoció el milagro y José Gregorio fue beatificado el 30 de abril de 2021, en plena pandemia.
Normalmente se requiere un segundo milagro para la canonización. Pero en febrero de 2025, el papa Francisco —desde su cama en el Hospital Gemelli de Roma— autorizó la canonización sin esperar más. La devoción masiva hacia el médico venezolano fue suficiente.
Una santa que no se rindió
Junto a José Gregorio fue canonizada Carmen Rendiles, nacida en Caracas en 1903. Su historia es de perseverancia y fe inquebrantable.
Desde niña sintió el llamado religioso, pero una discapacidad física —le faltaba casi todo el brazo izquierdo— hizo que varias comunidades la rechazaran.
No se rindió. En 1965 logró fundar su propio instituto religioso, dedicado a la educación de niñas pobres. Fue su primera superiora general y dejó un legado de servicio social que perdura hasta hoy.
Una nación en las calles de Roma
Miles de venezolanos viajaron a Roma para el evento. Banderas amarillas, azules y rojas ondearon en la Plaza de San Pedro mientras se escuchaban cánticos en español.
En Venezuela, las celebraciones fueron masivas. En Caracas, el Santuario de La Candelaria —donde reposan los restos de José Gregorio— se llenó desde la medianoche. En Isnotú, su pueblo natal, autoridades desplegaron más de 3,700 funcionarios para controlar la multitud de peregrinos.
La Iglesia venezolana prepara ahora una misa multitudinaria para el 25 de octubre en el Estadio Monumental de Caracas. Será la celebración definitiva de un país que, por un día, dejó atrás sus diferencias para honrar a sus primeros santos.
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