La flor de cempasúchil cubre México en Día de Muertos, pero el cambio climático la pone en riesgo

CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Lucía Ortíz avanza con dificultad entre interminables campos de flores de cempasúchil, cuyos pétalos de un naranja luminoso se ven en todas partes en estos días, en calles y cementerios de todo México.

Aquí, en canales sinuosos y granjas en los márgenes de Ciudad de México, la flor también conocida como caléndula mexicana se ha cultivado durante generaciones y toma protagonismo cada año en las celebraciones del Día de Muertos.

Pero mientras Ortíz, de 50 años, y otros agricultores agrupan afanosamente racimos de la planta para vender en los mercados de la capital, se preguntan en silencio qué quedará de su sustento en el futuro.

Eso se debe a que los cultivadores de cempasúchil se han visto afectados por lluvias torrenciales, sequía prolongada y otros impactos del cambio climático causados por la quema de combustibles como el gas, el petróleo y el carbón, que se han vuelto cada vez más comunes.

Los agricultores, que dependen de los altibajos del clima para sus cosechas, están en la primera línea de la crisis climática. Solo este año, los productores de cempasúchil dijeron que perdieron hasta la mitad de su cosecha de flores debido a las fuertes lluvias e inundaciones.

“Este año sí hemos perdido, pues mucho. De hecho, nos costó mucho trabajo sacar el cultivo de cempasúchil porque había momentos en el cual no teníamos para costear algunos fertilizantes”, comentó Ortíz. “La planta de cempasúchil a veces nos deja sin nada”.

“La flor de los muertos”

La flor naranja se ha convertido en un símbolo de la celebración mexicana del 1 y 2 de noviembre. También conocida como “la flor de los muertos”, se cree que el cempasúchil es un punto de conexión entre el mundo de los muertos y los vivos, con pétalos brillantes que iluminan el camino de las almas hacia los altares dispuestos por sus seres queridos.

Las flores también son un motor económico crucial en todo México, y los grupos comerciales predicen que generarán casi 2,7 millones de dólares para los agricultores en 2025.

Ortíz y su familia comenzaron a cultivar la flor hace 30 años en su pequeño terreno en Xochimilco, una delegación rural en el sur de Ciudad de México donde los residentes utilizan todavía técnicas agrícolas ancestrales en canales que serpentean entre las tierras de cultivo como un laberinto.

Cada año, los lugareños comienzan a plantar las semillas de caléndula en julio y cultivan las plantas para cuando la temporada de lluvias llega a su fin. Pero dicen que han recibido duros golpes durante años consecutivos, ya que las fuertes lluvias, la sequía, las inundaciones y otros cambios climáticos han hecho cada vez más difícil mantener vivas sus cosechas.

Este año, las lluvias torrenciales que se prolongaron durante meses arrasaron más de 37.000 acres de cultivos en todo el país, según cifras del gobierno. En una visita a los campos de cempasúchil a principios de este mes en Xochimilco, la alcaldesa de Ciudad de México, Clara Brugada, dijo que hasta 2 millones de plantas de caléndula estuvieron en riesgo. A pesar de eso, dijo que la producción de este año simultáneamente rompió un récord de 6 millones de plantas, ya que los agricultores aumentan la producción para satisfacer la creciente demanda, incluso cuando el cultivo de la flor se ha vuelto más precario.

Ortíz dijo que el exceso de lluvia ha generado plagas y enfermedades, y podrido las raíces de sus plantas. Estima que perdió al menos el 30% de su cosecha, mientras que otros dicen que han perdido cerca del 50%.

La familia se ha visto obligada a gastar dinero en insecticidas, fertilizantes y más para salvar sus cultivos. A medida que lo han hecho, los márgenes de ganancia, ya de por sí estrechos, se han convertido en pérdidas, y han tenido que hacer recortes en cosas básicas como la carne de res y golosinas para llegar a fin de mes.

“Si yo me pusiera a ver todas mis pérdidas, quedaría desilusionada. Y entonces, en ese momento, pues a la mejor ya ni me darían ganas de cultivarlas”, dijo. “Tratamos de echarle muchas ganas para que esto siga adelante”.

Adaptándose al cambio climático

Justo al final del camino de la granja de Ortíz, científicos del gobierno buscan soluciones más allá del alivio económico a corto plazo proporcionado por el gobierno local. En un pequeño banco de semillas conocido como Toxinachcal, hombres con trajes blancos examinan meticulosamente brotes en un plato de laboratorio.

Los científicos llevan año y medio trabajando y acumulando miles de variantes de semillas de especies de plantas nativas, incluidas 20 variantes de cempasúchil, en frascos que alinean congeladores gigantes con la esperanza de que la instalación de almacenamiento sea una herramienta clave para combatir los efectos más adversos del cambio climático.

La bióloga Clara Soto Cortés, jefa del banco de semillas, dijo que parte de la razón por la que el cultivo ha sido devastado es porque los agricultores en los últimos años han optado por usar una variante híbrida de semilla de caléndula de Estados Unidos.

La semilla produce una planta más corta y de aspecto más uniforme que es más fácil de vender en masa y en lugares como supermercados.

Pero eso significa que los agricultores se han alejado de las variedades nativas más resistentes, que tienen tallos más largos y varían ampliamente en color, tamaño y textura. La diversidad genética de estas variedades mexicanas las hace más resistentes a cambios climáticos drásticos como los vistos este año, dijo Soto.

“Estas semillas nativas son semillas adaptadas a diferentes contextos geográficos, es decir, pueden crecer en zonas altas, en zonas bajas, en zonas donde hay bastante humedad o en zonas donde no hay, hay semillas que son resistentes a insectos”, explicó.

“La otra semilla (la híbrida) ha sido configurada para un fin. No tiene la diversidad genética que tiene esta para hacerle frente al cambio climático”, indicó.

Si más eventos climáticos, como las inundaciones que sacudieron a los productores, arrasan con una cosecha entera, Soto dijo que el banco pondrá semillas a disposición de los productores locales para que recuperen sus cultivos, esta vez con una variante más resistente que sus antepasados han cultivado durante siglos.

Manteniendo una tradición ancestral

Mientras tanto, los cultivadores batallan para recuperarse a corto plazo y dicen que las pérdidas también representan una amenaza para la tradición agrícola que sus familias han luchado por mantener en el borde de la densa ciudad de 23 millones de personas.

Carlos Jiménez, de 61 años, lleva mucho tiempo trabajando en los campos de Xochimilco, pero comenzó a cultivar la caléndula más corta hace ocho años, cuando notó que el híbrido era más comercializable. Debido a que ha perdido más cultivos y ha tenido que bajar el precio de las plantas debido al moho que se acumula en sus raíces, dijo que ha comenzado a considerar formas de adaptarse, como construir invernaderos.

“Si se enferman, se pudren y se acabó el negocio”, dijo Jiménez. “Se acabó la tradición, se puede decir, porque afecta mucho la economía”.

Productores como Ortíz han considerado lo mismo. Pero sus pérdidas significan que no tienen dinero para más infraestructura. Su familia y otros agricultores han pedido ayuda a las autoridades locales, pero dicen que han recibido solo centavos por cada dólar de lo que necesitan para recuperarse. Aunque el gobierno local ha dicho que continúa trabajando para ayudar a mitigar el golpe que afecta a los agricultores.

Ortíz dice que ha comenzado a mirar otras opciones para cultivar y que son más resistentes que las corrugadas flores naranjas.

En cambio, Jiménez dice que, aunque las raíces de sus plantas se pudran, por ahora él se mantiene firme, ya que considera que la planta tiene un significado más profundo para los queridos difuntos.

“Las tradiciones ya están desde nuestros ancestros, no va a afectar nunca la tradición”.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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