TEGUCIGALPA (AP) — Durante más de 40 años los hondureños se acostumbraron a ver a Salvador Nasralla en la televisión, dirigiendo programas de deportes y narrando partidos de fútbol. Hasta que en 2011 decidió cambiar el micrófono y los reflectores de la pantalla chica para incursionar en política.
Conocido como el “señor de la televisión”, Nasralla busca por cuarta ocasión la presidencia de Honduras en las elecciones del próximo domingo y llega junto a la candidata oficialista Rixi Moncada y el aspirante del Partido Nacional, Nasry Asfura, como los tres con mejores posibilidades de triunfo, según los sondeos.
Esta vez lo hace como abanderado del tradicional Partido Liberal, presentándose como el candidato de manos limpias y sin cuentas pendientes con la justicia en un país que extraditó a un exmandatario, Juan Orlando Hernández, a Estados Unidos para que enfrentara cargos por tráfico de drogas y armas en 2022. Hernández fue sentenciado a 45 años de cárcel por narcotráfico dos años después.
“Yo no me metí a política para robar", ha subrayado el aspirante de 72 años, afirmando que quiere demostrar que sin corrupción se puede impulsar el desarrollo socioeconómico del país centroamericano de 10 millones de habitantes y con el 60% de su población en situación de pobreza.
Recientemente viajó a Washington para una reunión del subcomité sobre el Hemisferio Occidental en la que varios congresistas de la Cámara de Representantes expresaron sus preocupaciones sobre el proceso electoral hondureño.
De hecho, tanto Nasralla como Moncada han denunciado la posibilidad de un fraude el domingo.
De popular conductor de TV a la política
Nasralla fundó el Partido Anticorrupción (PAC) con el cual disputó la presidencia en 2013, perdiendo contra el entonces candidato del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández.
Volvió a lanzarse en 2017 respaldado por una alianza de partidos y de nuevo fue derrotado por Hernández, quien consiguió reelegirse en medio de serias denuncias de fraude. Tras divulgarse los primeros resultados de la votación, que colocaban a Nasralla a la cabeza, se registró un apagón nacional. Subsanado el percance Hernández apareció en la delantera del escrutinio y terminó cantando victoria.
Nasralla y sus seguidores se lanzaron a las calles para denunciar las presuntas irregularidades del Partido Nacional y posteriormente denunció los nexos de Hernández con el narcotráfico.
En 2021 se lanzó por tercera vez en busca de la presidencia, pero días antes de los comicios decidió formar una alianza con el Partido Libertad y Refundación (Libre) y cedió su candidatura a la entonces aspirante izquierdista Xiomara Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya, quien terminó ganando los comicios.
Se convirtió entonces en el primer designado presidencial o vicepresidente, pero Castro y su esposo —el exmandatario Zelaya, derrocado en un golpe de estado en 2009— lo marginaron del gobierno y terminó renunciando.
Se postuló para estas elecciones por el Partido Liberal, que ganó varias veces la presidencia tras la transición a la democracia en los años ochenta. Aunque esta organización política se define históricamente como de centroizquierda, Nasralla pregona que no es ni de izquierda, ni de derecha y suele ubicarse en el centro del espectro político.
Cuáles son sus planes de gobierno
Ingeniero civil de profesión y con una maestría en administración de empresas en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Nasralla enfatiza la necesidad de atraer inversión extranjera y la apertura de nuevas empresas que permitan generar empleo masivo.
Asegura que tiene pláticas con muchos empresarios de varias partes del mundo interesados en invertir en Honduras, pero que en este momento no lo hacen argumentando falta de seguridad jurídica.
“Yo les daré la seguridad jurídica que necesitan. Son miles de millones de dólares que quieren invertir", ha asegurado durante su campaña Nasralla, casado con la diputada Iroska Elvir, con quien tiene dos hijos.
Para el analista político Luis León, tanto Nasralla como los demás candidatos tienen un plan de gobierno muy básico, sin una estructura clara que lleve a pensar cómo logrará sacar a Honduras del subdesarrollo.
“En su plan no tiene grandes ofertas a cumplir, creo que se ha enfocado más en sacar a Libre (partido oficialista) que pensar en gobernar”, apuntó León. “Se necesita un plan de gobierno que tenga indicadores, metas, coberturas, a quiénes se va a beneficiar y cuáles son los impactos, pero no he visto nada de eso”.
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