CHICLAYO – CHICLAYO, PerúMás de 1.000 personas, entre ellas ancianos en silla de ruedas y maestros de zonas rurales, se congregaron la noche del sábado frente a la catedral de la ciudad peruana de Chiclayo para participar de una misa de acción de gracias por la labor de su anterior obispo Robert Prevost, elegido como el nuevo papa León XIV.
Esta es la mayor celebración que ocurre al momento en Perú desde que Prevost, un estadounidense de 69 años que obtuvo la nacionalidad peruana en 2015, se convirtió en el Sumo Pontífice.
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“Es una profunda alegría para la Iglesia en el Perú, para América Latina y el Caribe y para la Iglesia universal, se nos ha dado un pastor según el corazón de Cristo”, dijo Edinson Farfán, el actual obispo de Chiclayo, rodeado de decenas de sacerdotes de una diócesis extensa que empieza en la costa norte del Pacífico y se extiende incluso por aldeas de los Andes donde aún no existen carreteras.
Los asistentes —en gran parte escolares que llegaron con bombos, tarolas y trombones— lo interrumpieron gritando “papa, amigo, Chiclayo está contigo”. Farfán recordó que León XIV, al igual que su antecesor Francisco, se enfocó en los más necesitados durante sus casi dos décadas en Perú.
“Nos ha enseñado a vivir el evangelio desde la cercanía con los pobres, los vulnerables, los que sufren, los migrantes, refugiados, es un hombre profundamente sensible a la justicia social, por eso lleva el nombre de León XIV, en fidelidad a León XIII, considerado precursor de la doctrina social de la Iglesia”, añadió.
Entre quienes escuchaban, vistiendo un poncho andino, estaba Oscar Bernilla, quien era director del colegio público de la comunidad rural de Uyurpampa y en 2018 recibió la visita de Prevost.
“Llegó manejando un carro más de 100 kilómetros y luego se fue en un caballo hasta Totoras, una comunidad mucho más alejada, volvió por la tarde y ofició una misa en nuestra iglesia ante más de 100 campesinos", recordó Bernilla. ”Dijo que había que perdonarnos los unos a los otros, es lo principal que recuerdo".
Los asistentes tenían edades diversas. Había adolescentes como Dayana Vásquez, de 15 años, quien levantaba un cartel que decía “el papa es chiclayano”, pero también ancianos como Herlinda Gargurevich y su esposo Eduardo Mendoza, quienes escucharon la misa sentados en un banco y una silla de ruedas, respectivamente. Otros se retrataron con sus propios celulares junto a dos pantallas gigantes donde se mostraba una imagen del papa León XIV levantando la mano derecha desde la plaza de San Pedro.
En un esquina de la plaza de Chiclayo, sosteniendo su escoba y en un momento de reposo, estaba Vilma Muñoz, una de las obreras municipales de limpieza. La peruana de 42 años y que asiste a una iglesia cristiana en una barriada dijo que tenían el encargo de esperar que termine la misa para barrer la zona.
“Yo también conocí al obispo, pero de lejos”, afirmó. “Lo veía siempre los domingos, saliendo de donde era su casa porque esa es mi zona para limpiar, saludaba siempre levantando su mano, como diciendo hola”.