Uruguayos despiden a José Mujica, el “presidente más pobre del mundo”

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El atad del fallecido expresidente Jos Mujica llega al Palacio Legislativo durante su procesin fnebre en Montevideo, Uruguay, el mircoles 14 de mayo de 2025. (AP Foto/Matilde Campodnico)

MONTEVIDEO – Guirlandas, fotografías, graffitis plasmados en muros, colas de hasta tres horas. Entre lágrimas y una inmensa conmoción, miles de uruguayos dieron el miércoles su último adiós al expresidente José “Pepe” Mujica, uno de los grandes referentes políticos de la historia reciente de América Latina y quien falleció la víspera a los 89 años a consecuencia de un cáncer.

La jornada de luto empezó con un cortejo fúnebre encabezado por la viuda de Mujica, la exsenadora y exvicepresidenta Lucía Topolansky, y por Yamandú Orsi, actual presidente uruguayo y discípulo político del exjefe de Estado.

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Desde las primeras horas de la mañana, miles de personas se aglomeraban en las calles de Montevideo para acompañar el paso de la carroza negra que, tirada por seis caballos, transportaba el féretro con el cuerpo de Mujica, cerrado y envuelto en la bandera uruguaya.

Canciones espontáneas y poesías recitadas salían de la multitud que acompañaba conmocionada el trayecto desde la Torre Ejecutiva hacia la sede del Congreso en un recorrido de poco más de tres kilómetros pero que se alargó por casi cuatro horas.

“Acompañé todo el trayecto y ahora vine a dar mi adiós definitivo”, contó a The Associated Press la enfermera Estela Piriz, de 69 años. “Pepe fue una persona que ha dedicado su vida al pueblo, más allá de tendencias políticas. Es como perder a un familiar”.

Mujica, quien gobernó Uruguay entre 2010 y 2015, murió muy pocos días antes de cumplir los 90 años. A lo largo de sus nueve décadas de vida, acumuló batallas y controversias que lo han convertido en uno de los políticos más influyentes de Uruguay y uno de los principales exponentes de la izquierda latinoamericana.

"Tuvimos muchas discrepancias, pero en la vida siempre es mejor quedarse en lo bueno”, señaló a los periodistas el expresidente Luis Lacalle Pou (2020-2025), adversario político de Mujica y uno de los primeros mandatarios en expresar sus condolencias en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo de Montevideo.

Además de Lacalle Pou, quien dejó la presidencia en marzo, han despedido al político los exmandatarios Luis Lacalle Herrera (1990-1995) y Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), de los partidos derechistas Nacional y Colorado, respectivamente.

“Somos la misma generación que vivió todas las peripecias del país en los últimos 70 años, pero en lados adversos”, explicó Sanguinetti, de 89 años, sobre la larga trayectoria compartida con Mujica.

Ambos, continuó, empezaron como “enemigos” pero “después ”vino la dictadura que de algún modo nos aproximó a todos", dijo del régimen militar entre 1973 y 1985. “La paz se hace con los adversarios”, matizó.

La nonagenaria Beatriz Benzano, exmaestra de una joven Lucía Topolansky hace más de seis décadas, recuerda bien los años de militancia y el papel de Mujica —y de su compañera de vida— moldeando la historia moderna de Uruguay.

En los años de dictadura, Benzano decidió unirse al movimiento por el regreso de la democracia y volvió a reencontrarse con Mujica y Topolansky. A partir de entonces pasaron a compartir también la militancia, unos lazos que se fueron profundizando más allá del campo político y se consolidaron con la redemocratización.

“Pepe tuvo sus días como exguerrillero, pero siempre decía que había que dejar el lugar a los jóvenes y estar abierto al diálogo, aunque no compartas las mismas ideas”, dijo Benzano a AP. ”Es admirable la forma cómo vivió, su blandura pese a los percances. Y también la forma cómo murió".

Mujica falleció la tarde del martes en la chacra donde vivió gran parte de su vida, en las afueras de la capital uruguaya, debido a las complicaciones de un cáncer de esófago que le había sido diagnosticado hace un año.

Sus restos seguirán siendo velados en el Congreso hasta el jueves, cuando varios líderes regionales tienen previsto aterrizar en la capital uruguaya para despedirse, entre ellos el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Chile, Gabriel Boric, y de Colombia, Gustavo Petro, informó la presidencia de Uruguay.

Más allá de las pancartas, coronas de flores y fotografías del exmandatario que adornaban el césped de la entrada al palacio legislativo, varios muros de Montevideo aparecieron pintados con la leyenda “Hasta siempre, Pepe”, con flores, cartas y otros símbolos brindando homenajes improvisados en varios barrios de la ciudad.

Hasta el viernes Uruguay estará en duelo nacional, por lo que la bandera permanecerá a media asta en todos los edificios públicos en tributo a la “filosofía humanista” que marcó la trayectoria de Mujica, según un decreto publicado por la presidencia.

“José Mujica abogó por los más humildes y militó contra el individualismo extremo, exponiendo consistentemente una perspectiva gregaria, encarnada en una filosofía humanista que exaltó la vida de la persona en comunidad”, indicó el documento.

Nacido el 20 de mayo de 1935, Mujica había sido diagnosticado a fines de abril de 2024 de un cáncer en el esófago y desde entonces fue hospitalizado varias veces. En enero anunció que la enfermedad había avanzado y que ya no se sometería a nuevos tratamientos tras varios meses de radioterapia que le provocaron además complicaciones para alimentarse e hidratarse.

Los cinco años de gobierno de Mujica —quien se acuñó el título del “presidente más pobre del mundo” por su estilo relajado y campechano— estuvieron marcados por una amplia agenda social, que permanece como su gran legado hasta la actualidad y que incluye la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, la legalización del aborto y la creación del primer mercado nacional para la marihuana legal.

Mujica también ejerció como diputado y senador y permaneció como una de las figuras políticas más relevantes de Uruguay, un país con sólo 3,3 millones de habitantes.

En los comicios presidenciales de octubre y noviembre jugó un papel fundamental en el proceso electoral que le devolvió el poder a la izquierda con la elección de Orsi.


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