WASHINGTON – El presidente estadounidense Donald Trump amenazó el viernes con un impuesto del 50% a todas las importaciones de la Unión Europea, así como con un arancel del 25% a los productos de Apple a menos que los iPhone sean fabricados en Estados Unidos.
Las amenazas, realizadas a través de las redes sociales, reflejan la capacidad de Trump para perturbar la economía global con un simple mensaje, así como la realidad de que sus aranceles aún no han producido los acuerdos comerciales que busca ni el retorno de la fabricación nacional que prometió a los votantes.
Recommended Videos
El presidente republicano dijo que quiere cobrar impuestos de importación más altos a los productos de la UE, un aliado de larga data de Estados Unidos, que a los de China, un rival geopolítico al que redujo sus aranceles al 30% este mes para que Washington y Beijing pudieran mantener negociaciones. Trump estaba molesto por la falta de avance en las conversaciones comerciales con la UE, que ha propuesto reducir mutuamente los aranceles a cero, aun cuando el presidente ha insistido públicamente en mantener un impuesto base del 10% sobre la mayoría de las importaciones.
“¡Nuestras discusiones con ellos no van a ninguna parte!”, publicó Trump en Truth Social. “Por lo tanto, estoy recomendando un arancel directo del 50% a la Unión Europea, a partir del 1 de junio de 2025. No hay arancel si el producto se construye o fabrica en Estados Unidos”.
Esa publicación fue precedida por una amenaza de impuestos de importación contra Apple por sus planes de seguir fabricando su iPhone en Asia. La empresa se suma a Amazon, Walmart y otras grandes compañías estadounidenses que están en la mira de la Casa Blanca mientras intentan responder a la incertidumbre y las presiones inflacionarias desatadas por los aranceles.
“Hace mucho tiempo informé a Tim Cook de Apple que espero que sus iPhone que se venderán en Estados Unidos de América sean fabricados y construidos en Estados Unidos, no en India, ni en ningún otro lugar”, escribió Trump. “Si ese no es el caso, Apple debe pagar un arancel de al menos el 25% a Estados Unidos”.
La declaración de Trump es muy importante, en el sentido de que sugiere que la propia empresa asumiría el costo de los aranceles, contradiciendo sus afirmaciones anteriores al implementar una serie de agresivos gravámenes en los últimos meses, cuando dijo que los países extranjeros asumirían el costo de los impuestos de importación. En general, los importadores pagan los aranceles y los costos a menudo se trasladan a los consumidores en forma de precios más altos.
En respuesta a los aranceles de Trump sobre China, el director general de Apple, Tim Cook, dijo a principios de este mes que la mayoría de los iPhone vendidos en Estados Unidos durante el actual trimestre fiscal provendrían de India, mientras que los iPads y otros dispositivos serían importados de Vietnam. Cuando Trump implementó sus aranceles en abril, los analistas bancarios estimaron que, si se fabricara en Estados Unidos, un iPhone de 1.200 dólares aumentaría de precio a entre 1.500 y 3.500 dólares.
Las acciones se vendieron después de las publicaciones de Trump, y el índice S&P 500 cayó aproximadamente un 1%. Los mercados han desarrollado una sensibilidad extrema a las declaraciones del republicano, y suelen caer cuando anuncia altos aranceles y repuntar cuando se retracta de esas amenazas.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, intentó dar algo de claridad a las publicaciones de Trump en una entrevista realizada el viernes en el programa “America’s Newsroom” de Fox News.
Bessent dijo que la UE tiene un “problema de acción colectiva” porque sus 27 estados miembros son representados por “este único grupo en Bruselas”, de tal manera que los “países subyacentes ni siquiera saben qué negocia la UE en su nombre”.
El secretario del Tesoro dijo que no estuvo esta semana en una reunión de la Casa Blanca a la que asistió Cook, pero también habló con el director general de Apple en estos días. Bessent dijo que el objetivo era que Apple trajera una mayor parte de su cadena de suministro de chips de computadora a Estados Unidos.
El núcleo del argumento de Trump contra la UE es que Estados Unidos tiene un déficit comercial “totalmente inaceptable” con los 27 estados miembros. Un país tiene déficits comerciales cuando importa más bienes de los que exporta.
Desde el punto de vista de la comisión ejecutiva de la UE, el comercio con Estados Unidos está prácticamente equilibrado si se incluyen bienes y servicios. Como centro global de finanzas y tecnología, Estados Unidos tiene un superávit comercial en servicios con Europa. Eso compensa parte del déficit comercial en bienes y sitúa el desequilibrio en 48.000 millones de euros (54.000 millones de dólares).
El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Johann Wadephul, dijo que la comisión ejecutiva de la UE cuenta con el pleno apoyo de su país para trabajar en “preservar nuestro acceso al mercado estadounidense”.
“Creo que tales aranceles no ayudan a nadie, sino que solo perjudicarían el desarrollo económico en ambos mercados”, dijo Wadephul en Berlín. “Así que seguimos contando con las negociaciones y apoyamos a la Comisión Europea en la defensa de Europa y el mercado europeo mientras que, al mismo tiempo, trabajamos en persuadir a Estados Unidos”.
Los asesores de Trump han dicho que el objetivo de sus aranceles era aislar a China y alcanzar nuevos acuerdos con aliados, pero las amenazas de gravámenes del presidente socavan la lógica de esas afirmaciones. La UE no solo podría enfrentar aranceles más altos que China, sino que el bloque de estados miembros podría establecer un frente amplio con China y otros países contra la política comercial de Trump, dijo el economista alemán Marcel Fratscher.
“La estrategia de la Comisión de la UE y Alemania en el conflicto comercial con Trump es un fracaso total”, dijo Fratscher, director del Instituto Alemán de Investigación Económica, en una publicación de X. “Este fue un fracaso que se veía venir: Trump ve la vacilación, la duda y las concesiones de Europa como las debilidades que son”.
Trump ha tenido altibajos en su relación con Apple, una señal de que ganarse el favor del mandatario no necesariamente podría proteger a una empresa de su ira. Básicamente, ha dicho a empresas como Walmart que “absorban” los costos de sus aranceles en lugar de subir los precios, aunque hacerlo podría reducir las ganancias y causar despidos. Ahora parece ejercer un grado similar de presión para forzar a Apple a aceptar el aumento de costos que representaría reubicar sus cadenas de suministro.
Trump había creado una exención sobre los productos electrónicos importados de China para ayudar a empresas como Apple, algo que ahora podría eliminar. También amenazó con imponer gravámenes de importación separados del 25% a los chips de computadora y podría reescribir el calendario de aranceles de maneras que podrían exponer los productos de Apple a los impuestos.
Hasta hace poco, el presidente estadounidense se jactaba repetidamente de la inversión a escala nacional de 500.000 millones de dólares que Apple prometió en febrero, como parte de su desarrollo de tecnologías de inteligencia artificial. Pero se volvió públicamente en contra de la empresa la semana pasada mientras hablaba en Qatar.
“Tuve un pequeño problema con Tim Cook ayer”, dijo Trump a la audiencia. “Le dije, ‘Amigo mío, te traté muy bien. Vienes aquí con 500.000 millones, pero ahora escucho que estás construyendo por toda India. No quiero que construyas en India’”.
Los analistas se han mostrado escépticos de que Apple pueda trasladar rápidamente la fabricación de dispositivos a Estados Unidos, principalmente porque ha dedicado décadas a integrar complejas cadenas de suministro en China para alimentar las fábricas.
“No vemos ninguna posibilidad de que la producción de iPhone comience a ocurrir en Estados Unidos a corto plazo dado el modelo de costos invertido y la hercúlea logística de cadena de suministro necesaria para tal iniciativa”, escribió Dan Ives, analista de Wedbush Securities.
___
Los periodistas de la AP David McHugh desde Frankfurt, Alemania, Geir Moulson desde Berlín y Kelvin Chan en Londres contribuyeron a este informe.